Introducción
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La gracia ya no es poseer alguna música; es tener acceso a toda
Yeimi James Contreras
La música es algo que nos toca a todos de alguna manera, y cada vez es más masiva, cada vez es más asequible. Al comienzo la música era solo de élite, poseer música que se pudiera reproducir en cualquier momento era un lujo que solo la clase alta se podía dar. Sin embargo, la producción en masa, y el surgimiento de nuevas tecnologías hicieron que la música se convirtiera en una forma de entretenimiento masiva. La venta de la música en físico tuvo un pico enorme de ventas a finales del siglo pasado, sin embargo, los medios digitales hicieron que las ventas disminuyeran, pero también, crearon nuevos modelos que revolucionaron la industria, desde cómo se vende, cómo se escucha, hasta cómo se comparte.
Desde la era de los cassettes, que se mezclaban y uno hacía sus listas de reproducción combinando canciones que grababa en la radio o que grababa de otro cassette, la forma en que se escucha la música cambió. Las personas no querían tener que comprar un cassette para escuchar la única canción que les gustaba, querían, además, tener su música personalizada, en el orden en que les gustaba. Luego, en la era digital, esto se aumentó, pues la distribución de la música por estos nuevos medios digitales no estaba regulada, lo que dio pie a que la piratería tuviera un auge como nunca antes. De hecho, por mucho tiempo, la forma predeterminada de escuchar música era a través de la descarga de música por medios no legales. A la industria de la música le tomó muchísimo tiempo hacer algo al respecto, pues ninguna de las soluciones que proponían, funcionaban. Fue por el trabajo de las plataformas de streaming que esto comenzó a cambiar; las personas por fin tenían una solución que les facilitaba el escuchar música, sin tener que recurrir a la piratería.

Esto, además cambió radicalmente el comportamiento de las personas alrededor de la música. Las personas pasaron de tener un rol de solo espectadores a un rol de productores, de creadores. Y no solo es por el hecho de que ahora cualquiera puede ser un artista con una página de Spotify o SoundCloud, en la cual subir sus canciones sin mayor necesidad de una casa disquera; sino por el hecho de que las personas se convirtieron en curadoras de su propia música. Algunas de estas personas, incluso se convirtieron en los DJs de los demás, pues crean mezclas que evocan un sentimiento, que son especialmente certeras para un momento del día, que recopilan a la perfección la trayectoria de un artista; las personas ya no tenían, entonces, que depender de los DJs de emisoras o de discotecas para saber cómo combinar música. Pero lo mejor de todo, las personas podían personalizar su experiencia con la música podían ser tan específicos como quisieran.
Esta nueva posibilidad de disponer de la música como uno quisiera, sumado a las nuevas plataformas digitales de música por demanda, disponible en cualquier momento desde
cualquier lugar; lograron la solución que las personas habían estado esperando, pues facilita el acceso a ésta sin los inconvenientes de la piratería. Las personas pueden, hora, no poseer su música, solo usarla momentáneamente, pero disfrutarla permanentemente. Ya no hay necesidad de comprar un disco para escuchar una canción una vez; por una suma al mes que, al día de hoy, es casi la mitad de lo que cuesta un CD, se puede tener acceso a las millones de millones de canciones que hay en el mundo, y escucharlas las veces que uno quiera.
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Sin embargo, la música en físico sigue teniendo su lado que atrae. La digitalización de la música, curiosamente, ha impulsado el surgimiento de coleccionistas: personas que, sin
importar lo que les represente monetariamente, tienen bibliotecas llenas de CDs, LPs, cassettes, y cualquier otro medio físico imaginable. Y es curioso precisamente porque la música que tienen en físico es la misma que se consigue en digital por una fracción del valor. Pero es un sentimiento de nostalgia, es algo emocional que sobrepasa lo racional; los melómanos afirman que el sonido es diferente - no mejor -, diferente.
La música en streaming cambió completamente el comportamiento de las personas frente a la música; es una revolución que cambió la piratería por la legalidad, sin tener que recurrir a demandas ni a limitaciones. Ofrece acceso ilimitado a millones de millones de canciones de todo el mundo, donde uno quiera, en el momento que uno quiera, sin tener que recurrir a no pagarle al artista. Es un servicio que tiene ventajas innegables, que, así se sea un melómano con una colección enorme de música en físico, se accederá a ella.
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