Nos imaginamos que usted ha tenido ideas para negocios, y que esas ideas no son necesariamente las más conservadoras o que suenan cuerdas. Nos imaginamos que se las ha contado a sus amigos y que quizá se le han reído. Ahora imagínese contándosela a un banco. En la era en que las ideas estúpidas han convertido a cientos de miles en millonarios, uno puede tender a creer que está sentado sobre una mina de oro – así la gente lo tilde de loco – que nadie le quiere financiar. Las historias van desde un tipo que deja la universidad para dedicarse a su proyecto de llevar la vida universitaria a internet que termina convirtiéndose en la red social más grande del mundo valuada en miles de millones de dólares, el deseo de formar un mapa de Israel a partir de la información que la comunidad les entrega voluntariamente lleva a crear la plataforma más confiable del mundo para movilizarse por carro que fue comprada por Google por mil millones de dólares, el deseo de crear una plataforma a la que la gente pudiera ingresar para encontrar información en las millones de páginas de internet que existen formó una compañía que genera casi 20 mil millones de dólares en ingresos. Y los ejemplos siguen. Son incontables las empresas. Son incontables las empresas que han llegado a ser monstruos enormes que nacen de ideas aparentemente sencillas o ideales estúpidos.